Innovación y valor: entendiendo el proceso innovador
En otros artículos, destacábamos cuáles son los factores clave de la innovación, de acciones para tener éxito al innovar e incluso de los mitos que hay detrás de ella. Ahora toca hablar de la relación que existe entre la innovación y el valor añadido.
Derechos de la foto: Tsahi Levent-Levi
El papel del valor añadido en la innovación
La innovación es un proceso de transformación de ideas en soluciones de valor. Estas soluciones pueden ser nuevos procesos, productos o servicios. Por ello, gestionar el valor cuando ponemos en marcha un proceso innovador es crucial. No se trata tanto de ser extremadamente creativo para tener grandísimas ideas y más tarde ponerlas en práctica, sino más bien de tener claro lo que quiere el cliente, cómo podemos ayudarle a conseguir sus metas y comunicarle que lo que necesita lo tenemos nosotros. Así pues, la innovación se puede entender como el resultado de un proceso de análisis, creación y venta de valor añadido.
¿Pero qué es valor? En este contexto, el valor tiene más que ver con cómo un producto o servicio cumple su función que con la función que realmente realiza. Pongamos de ejemplo una aspiradora. Su función principal es absorber la suciedad y las partículas de polvo. Tradicionalmente, las aspiradoras tienen un mecanismo que almacenan lo que succionan en una bolsa de tela o papel que hay que reemplazar con el uso. Con el paso del tiempo, estas aspiradoras se han convertido en un commodity (producto o servicio genérico) porque han dejado de aportar valor al cliente. Actualmente, los consumidores se preocupan más de su salud y prefieren productos con menor mantenimiento. James Dyson supo darse cuenta de ello e ideó el aspirador sin bolsa, lo que permitió instalar un sistema de filtrado del aire que evita que las partículas de polvo vuelvan a la atmósfera, dejando el aire más limpio. Actualmente, aunque su concepto ha sido copiado por otras empresas competidoras, sus aspiradoras siguen transmitiendo mayor valor añadido al cliente porque sus productos se centran más en “cómo puedo ayudarte” que en “qué puedo hacer”
Derechos de la foto: Nobuyuki Hayashi
La innovación como fruto de un proceso de valor
Como decíamos antes, la innovación es el resultado de un proceso de tres fases: análisis, creación y conversión de valor añadido. ¿En qué consiste cada una de ellas?
- Análisis del valor: se trata de identificar cada una de las posibles necesidades de los consumidores y la mayor cantidad de posibilidades de satisfacerlas. Este análisis tiene por objetivo encontrar las mejores soluciones de valor para el cliente y para el consumidor.
- Creación de valor: como su nombre indica, en esta fase se selecciona la mejor solución de las previamente identificadas por su capacidad de crear el valor. La alternativa elegida será aquella que pueda ofrecer una cantidad de valor suficiente para que el cliente decida adoptarla frente a las otras opciones que existan en el mercado.
- Conversión: en esta última fase entran en juego muchos más esfuerzos que en las anteriores. Lo que se persigue con ella es hacer lo más accesible posible el valor generado y darlo a conocer con las acciones de marketing más adecuadas al tipo de producto o servicio que se oferta.
¿Y tú qué piensas al respecto? ¿Es tan estrecha la relación entre innovación y valor?

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